jueves, 10 de julio de 2014

fabula emprendedora: la vaca


Un buen día un hombre sabio paseaba con su discípulo en una zona desértica. No había casas, tiendas, calles, nada. Siguieron caminando y de repente en medio de la nada encontraron una pequeña casa de aspecto muy pobre y decidieron acercarse a ver quién vivía allí.
En aquella choza habitaba una familia conformada por el padre, la madre y cinco hijos. El sabio le preguntó al padre: “En este lugar desértico no hay nada, ¿cómo hacen para subsistir aquí?”.
El hombre respondió: “Tenemos una vaca que nos da varios litros de leche cada día. Vendemos parte de la leche o la intercambiamos por otras cosas. Con la otra parte hacemos queso y otros productos para comer y así vivimos”.
El sabio satisfecho con la respuesta se despidió. Luego de un tramo el sabio le dijo a su discípulo: “Vuelve sin que te vean, agarra la vaca y mátala”. El discípulo espantado le dijo: “Maestro, ¿cómo les voy a hacer eso a esa familia? Es lo único que tienen para sobrevivir. No puedo matarla”. El sabio con mucha calma le ordenó: “Vuelve sin que te vean, agarra la vaca y mátala”. El discípulo triste obedeció.
Aquel incidente quedó grabado en la mente del joven discípulo. Luego de un tiempo, con sentimiento de culpa por lo que había hecho bajo las órdenes de su maestro, el discípulo volvió a aquel lugar para pedir perdón a la familia. Cuando llegó, vio que en el lugar donde estaba antes la choza había una casa muy bonita con jardín e incluso un gran automóvil en la puerta. Se dio cuenta que los niños que jugaban en el jardín eran los mismos niños que había visto hace un tiempo atrás. Entró a la casa y vio al padre y a la madre, muy felices. Se acercó a ellos y les dijo: “Hace un tiempo vine y no tenían nada. ¿Qué pasó para que ahora sean tan prósperos?”
El padre respondió: “Joven, antes teníamos una vaca con la que subsistíamos. Pero un día la vaca se murió y tuvimos que aprender a hacer otras cosas diferentes, a desarrollar nuevas cosas, habilidades diferentes que no sabíamos que teníamos. La vaca nos dejaba conformes con lo que teníamos. Cuando la perdimos, pudimos seguir creciendo”.

Reflexión

¿Qué nos pasaría si salieramos de nuestra zona de confort? ¿Si soltáramos a nuestra vaca sagrada? ¿Qué otras oportunidades tendríamos en la vida? A veces estamos tan metidos en la rutina que no nos damos cuenta que nos empezamos a “oxidar”, vemos como que todo está siempre igual y como están las cosas relativamente bien, seguimos girando en el mismo círculo. Paremos por un instante y veamos dónde estamos y hacia dónde más podemos crecer. No nos quedemos estancados. Tú como emprendedor puedes hacer mucho más cada día, desarrolla tus habilidades, aprende nuevas cosas, crea nuevas estrategias para tu negocio, nuevos productos, etc. Piensa en todas las posibilidades que tienes a nivel personal, familiar, laboral, profesional. ¡No te quedes! ¡Tú puedes
 
fuente: pyme

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